En 1879 se creó la primera bombilla capaz de dar luz durante sólo 14 horas consecutivas. Pasado este tiempo la bombilla dejaba de funcionar. No fue fruto de la casualidad, ya que el laboro de Edison llevaba trabajando precisamente 14 meses en la búsqueda de un material que permitiese que la bombilla alumbrase de forma continua.
Efectivamente la primera bombilla utilizó un filamento carbonizado de bambú, que fue sustituido por tungsteno en el siglo XX porque era el material que mejor soportaba las temperaturas tan altas.
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